En 1738, Daniel Bernoulli estudió un fenómeno que hoy se aplica en la construcción de aviones, carros, trenes y barcos, incluso en los deportes y la medicina. Este principio explica por qué, por ejemplo, el viento levanta las hojas del suelo y por qué un tornado es capaz de mandar a volar los techos de las casas. Bernoulli descubrió que cuando un fluido, como el aire o el agua, pasa por encima de una superficie la presión atmosférica sobre la superficie disminuye.